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Deconstruir el paladar

El paladar de un adulto lleva años de percibir sabores que le fueron inculcados. Comemos según un montón de construcciones socioculturales. Pero si hacemos el ejercicio de repensarnos en función de nuestro paladar, podemos ver toda esa construcción.


Cada vez más lejos de la naturaleza, lo sabroso es artificial y la hiperpalatabilidad nos regala el placer inigualable, único y exclusivo de la industria. Nada puede hacer una manzana frente a la irresistible y adictiva mezcla de sal, harinas, azúcares simples, grasas y aditivos de la vida moderna. Un alquímico rayo snackizador que transforma todo en maravilloso. Claro, nada dice la publicidad acerca de que ese rayo es a la vez enajenante, hiperglucemiante, hipertensivo y que el precio es la salud mental, física y ecológica que entregamos al consumirlo.


La complejidad que esconde ese “gusto” así condicionado se relaciona con el resultado químico o físico de las percepciones pero también es un producto absolutamente condicionado por la cultura. Del individuo a la sociedad, los gustos restauran, sanan o enferman; nos unen o separan, clasifican, crean un otro distinto a nosotros; nos hacen intolerantes o respetuosos, generan valoraciones estéticas; nos interpelan e invitan a aprender, comprender y tomar conciencia de lo que elegimos, si lo hacemos con completa libertad o si algo (o alguien) piensa con (por) nosotros.


Te invito a pensar por qué agrada más un chocolate paquete violeta que una barra de cacao 70%, por qué unas galletitas "fruti-gran" son menos saciantes pero más elegidas.


¿Qué significa "esto no está dulce"? Cuando todo lo que compramos tiene azúcar por demás (comidas dulces y las saladas también), cuando creemos que algo no contiene azúcar: copos de maíz, café instantáneo, galletitas de agua, y más (tengo guía sobre azúcar).


¿Qué significa que le falta sal?


Te invito a deconstruir tu paladar, volverle a enseñar cuáles son los sabores reales y genuinos de los alimentos.

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